Lo que queda es el primer proyecto de Cautiva y Desarmada, una productora alicantina. ¿Es una película de bajo presupuesto? Sí, efectivamente, lo es; y ahí queda eso. La historia estaba pensada de antemano para adaptarse a los medios disponibles, no trata de viajes cósmicos sino que prefiere rascar la costra de lo cotidiano.
La preproducción se hizo poco a poco. Empezamos haciendo una peregrinación por pueblos. Entonces percibimos que el guión se podría materializar, pues las localizaciones que solamente eran tinta también se encontraban en la realidad. El casting fue esclarecedor: el cuerpo de un actor cuenta cosas que el guión, por recato quizás, calla. El rodaje fue un suspiro eterno; y la postproducción fue el momento en el cual el largometraje acabó sometiéndonos.